Posted by : Soy de Villa Sarmiento

Cruce de pesos pesados del handball metropolitano. De un lado River, protagonista histórico a nivel nacional. Del otro Ward, equipo que a base de campeonatos llegó a los puestos de vanguardia y se mantiene. 
Mientras todas las miradas se las llevaba el comienzo arrollador de Ballester, al mismo tiempo el Colegio ganaba todos sus partidos y se encontraba invicto en la punta. En esta quinta fecha, con el millonario como rival, le llegaba el momento para confirmar su presente y afirmarse en la cima.
River sin Platti. Ward sin Roldán y Cristian Canzoniero. Comienzo luchado y friccionado. Ya de entrada quedó en claro la postura de ambos: pelear todas y no regalar ni un centímetro. Con dos tantos de Cangiani, la banda pasaba al frente.

Inmediatamente, Cantore quebraba el cero para Ward de penal. ¿Vaticinio o mera coincidencia? El central ya calentaba su muñeca. Con un partido parejo y mucho roce, ninguno lograba imponerse. La pelea de pívots era para alquilar balcones, Schiaffino de un lado y Vainstein del otro. Ferrantelli y Portela en las defensas. Mucha pelea y disputa en las áreas.

Era River el que comenzaba a encontrar mejor claridad. Con pelotas a Pancho sacaba dos de luz: 5-3. Sin embargo, una ráfaga de Ward cambiaba las acciones. De contra los de Pucho Jung pasaban al frente: 5-6.

Pasándose la posta de unos a otros, Ward se queda. Y River, con Cangiani y el Gallego Vázquez a la cabeza, toma nuevamente la ventaja en el marcador. Sumado a las desgastantes defensas de ambos equipos, aparecen los arqueros. Lucas Rodríguez para la visita y Gabriel Canzoniero para River, este último generando contraataques efectivos tras quedarse con pelotas importantes. Tal es así que la banda cerró mejor los primeros 30’ y se fue al descanso con ventaja: 12-9.

En el complemento Ward salió de otra manera. La charla de Pucho dio su golpe de efecto y el Colegio logró ponerse a dos. Sin embargo, el partido de Cangiani, ya digno de ponerlo en un recuadro, hacía que River siga al frente en las acciones.

Jung mueve el banco y pone a Amato en el centro. El ingreso del Chino le dio un cambio de aire a la visita, que con otro manejo y aporte en la red puso a los suyos a un tanto: 18-17. Inmediatamente, Basile castiga de afuera en dos oportunidades y pone a Ward en ventaja: 18-19.

En el mejor momento del Colegio, exclusión para Ferrantelli. 19 a 19 con diez minutos por jugar. A esta altura, el griterío de las tribunas se hacía ensordecedor. Gente de River como de Ward. Por momentos alentando y arengando a los suyos. Por otros, cayendo en ese reflejo de lo que es la sociedad argentina hoy en día. En lo que fue tiempo atrás y lamentablemente seguirá siendo. Los vaivenes del encuentro o el desempeño de un equipo casi nunca parecen pasar por el buen manejo propio, los aciertos del rival o errores compartidos; sino por el enemigo público: el árbitro. El “cagón”, el “hdp” o el que “tira para el otro lado”. Idiosincrasia y rasgo cultural que quedan en el debe a la hora de señalar y pedir que un país cambie. No hay excusa que valga. El fervor del partido, la pasión y la locura que contagia el fenómeno de masas no es suficiente.

Reflexión a un lado y regreso al plano deportivo. Los últimos minutos ganaban en dramatismo y emoción. Sin sacarse ventajas, el trámite de gol a gol se mantuvo hasta el final.

Con tres minutos en el reloj un gol de Amato ponía a Ward al frente: 22-23. En respuesta del otro lado, bomba del Gallego sobre el pasivo para igualar el marcador. Las defensas dejan todo. Cada vez con menos margen las decisiones pesan más y el lugar para el error se achica.

Lanzamiento de Cantore desde afuera y uno más para el Colegio. Empate rápido de Adrián Portela para un River que seguía pensando en esa ventaja que no supo aprovechar cuando parecía que el partido se inclinaba a su favor.

15 segundos por jugar y pedido de minuto de Pucho. Ward trabaja su ataque, pelota al pívot y penal sobre Vainsten, esa pieza clave del Colegio que pelea, lucha, hace jugar y convierte.

Penal. Un segundo en el reloj. Así comenzaba la historia para Ward y así terminaba. Cantore desde los siete metros y Gabriel Canzoniero en el arco.

Jugadores del Colegio de espaldas, en cuclillas, sin atreverse a ver el desenlace. El resto, todos con los ojos bien abiertos, expectantes. Pendientes del duelo entre arquero y lanzador. De un lado esperando que se infle la red. Del otro deseando que esa pelota no encuentre destino.

Un amague y otro. Luego, lo que nadie espera o siquiera imagina. Con nervios de acero Cantore ya se había decidido. Tendida sobre la cabeza de Canzoniero para el grito desaforado de gol. Todo Ward festejando. Todo River lamentando. Así comenzó y así terminó. ¿Vaticinio o mera coincidencia?

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