Posted by : Soy de Villa Sarmiento

Pese a sufrir una dificultad motriz, esta descendiente de japoneses y nacida en Ramos Mejía es una de las mejores tenismesistas del país en su categoría. Lo demostró al obtener una medalla de plata en la décima edición de la Copa Tango, un importante torneo internacional.
Las competencias en que participan deportistas con capacidades diferentes siempre dejan historias dignas del elogio. Es que todos los participantes, cada uno de una manera diferente, exhiben su valentía ante la adversidad.

Son ejemplos de esfuerzo, arrojo y perseverancia. Y, fundamentalmente, de amor por el deporte. Y, decididos a romper todas las barreras y a hacer bandera del deporte y la igualdad, siete vecinos de La Matanza se acercaron al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) para participar, entre el 27 y el 30 de junio, de la décima Copa Tango, que atrajo a jugadores de todo el mundo. Y uno de los casos más emblemáticos fue el de Marta Makishi, quien, a los 68 años, sigue cosechando logros.
Hija de japoneses, nacida y criada en Ramos Mejía, quien, en sus primeros años de vida, se vio afectada por la poliomielitis que le provocó problemas motrices. Tenía alrededor de 30 años cuando una chica discapacitada se acercó a la tintorería que tenían sus padres y la invitó a practicar deportes adaptados.

Allí, inició este camino que la llevó a ser una de las diez mejores tenismesistas del mundo en su categoría. “Yo me puse re contenta y empecé con maratón, atletismo, bala disco, básquet, natación y tenis de mesa. Después, dejé todo por la edad y quedé solo en tenis de mesa, que ahora es mi máxima pasión”, repasa Marta. Y los éxitos no tardaron en llegar.

La ramense se metió rápidamente entre las mejores de la clase cinco, para atletas en silla de ruedas. De hecho, llegó a asistir a los Juegos Paralímpicos de Barcelona ‘92 y Atlanta ‘96. A esta cita en el CeNARD, Makishi llegó en el puesto 22 del ranking y, pese a que se mostró contenta por obtener el segundo puesto en su categoría, se lamentó por no hacerse con el oro, una presea que anhela obtener: “Siempre llego a la de plata. Fui a los Parapanamericanos en Guadalajara, México, y también salí segunda. Me gustaría ganar una medalla de oro y ya jubilarme, porque hace años que estoy jugando”.

Hasta que dé el cuerpo
Marta no tuvo la oportunidad de descubrir los deportes adaptados cuando era joven, por eso quiere aprovechar al máximo sus condiciones. Con 68 años, todavía sueña con la presea dorada y promete jugar “Hasta donde me dé el cuerpo. Ojalá Dios me dé toda la salud posible para seguir participando”.

Asimismo, la tenismesista, que llegó a estar octava en el ranking mundial y que conoció muchos países gracias al deporte, recuerda que comenzó a entrenarse “de grande, porque no sabía de los deportes para discapacitados”. En ese sentido, destaca las posibilidades que tienen hoy en días los chicos. “Para ellos es muy importante. Nosotros no teníamos eso, y verlos jugar me emociona.

Es hermoso ver cómo lo disfrutan los chiquitos”, se emociona la representante del Centro de Discapacitados de La Matanza.
Cuando existe amor por el deporte y ganas de trascender, no hay edad ni discapacidad que impida llegar a triunfar. Allí esta Marta para confirmarlo. Y para mostrarse como un ejemplo a seguir.

Son ejemplos de esfuerzo, arrojo y perseverancia. Y, fundamentalmente, de amor por el deporte. Y, decididos a romper todas las barreras y a hacer bandera del deporte y la igualdad, siete vecinos de La Matanza se acercaron al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) para participar, entre el 27 y el 30 de junio, de la décima Copa Tango, que atrajo a jugadores de todo el mundo. Y uno de los casos más emblemáticos fue el de Marta Makishi, quien, a los 68 años, sigue cosechando logros.

Hija de japoneses, nacida y criada en Ramos Mejía, quien, en sus primeros años de vida, se vio afectada por la poliomielitis que le provocó problemas motrices. Tenía alrededor de 30 años cuando una chica discapacitada se acercó a la tintorería que tenían sus padres y la invitó a practicar deportes adaptados.

Allí, inició este camino que la llevó a ser una de las diez mejores tenismesistas del mundo en su categoría. “Yo me puse re contenta y empecé con maratón, atletismo, bala disco, básquet, natación y tenis de mesa. Después, dejé todo por la edad y quedé solo en tenis de mesa, que ahora es mi máxima pasión”, repasa Marta. Y los éxitos no tardaron en llegar.

La ramense se metió rápidamente entre las mejores de la clase cinco, para atletas en silla de ruedas. De hecho, llegó a asistir a los Juegos Paralímpicos de Barcelona ‘92 y Atlanta ‘96. A esta cita en el CeNARD, Makishi llegó en el puesto 22 del ranking y, pese a que se mostró contenta por obtener el segundo puesto en su categoría, se lamentó por no hacerse con el oro, una presea que anhela obtener: “Siempre llego a la de plata. Fui a los Parapanamericanos en Guadalajara, México, y también salí segunda. Me gustaría ganar una medalla de oro y ya jubilarme, porque hace años que estoy jugando”.
Hasta que dé el cuerpoMarta no tuvo la oportunidad de descubrir los deportes adaptados cuando era joven, por eso quiere aprovechar al máximo sus condiciones. Con 68 años, todavía sueña con la presea dorada y promete jugar “Hasta donde me dé el cuerpo. Ojalá Dios me dé toda la salud posible para seguir participando”.
Asimismo, la tenismesista, que llegó a estar octava en el ranking mundial y que conoció muchos países gracias al deporte, recuerda que comenzó a entrenarse “de grande, porque no sabía de los deportes para discapacitados”. En ese sentido, destaca las posibilidades que tienen hoy en días los chicos. “Para ellos es muy importante. Nosotros no teníamos eso, y verlos jugar me emociona.

Es hermoso ver cómo lo disfrutan los chiquitos”, se emociona la representante del Centro de Discapacitados de La Matanza.Cuando existe amor por el deporte y ganas de trascender, no hay edad ni discapacidad que impida llegar a triunfar. Allí esta Marta para confirmarlo. Y para mostrarse como un ejemplo a seguir.
Son ejemplos de esfuerzo, arrojo y perseverancia. Y, fundamentalmente, de amor por el deporte. Y, decididos a romper todas las barreras y a hacer bandera del deporte y la igualdad, siete vecinos de La Matanza se acercaron al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) para participar, entre el 27 y el 30 de junio, de la décima Copa Tango, que atrajo a jugadores de todo el mundo. Y uno de los casos más emblemáticos fue el de Marta Makishi, quien, a los 68 años, sigue cosechando logros.

Hija de japoneses, nacida y criada en Ramos Mejía, quien, en sus primeros años de vida, se vio afectada por la poliomielitis que le provocó problemas motrices. Tenía alrededor de 30 años cuando una chica discapacitada se acercó a la tintorería que tenían sus padres y la invitó a practicar deportes adaptados.

Allí, inició este camino que la llevó a ser una de las diez mejores tenismesistas del mundo en su categoría. “Yo me puse re contenta y empecé con maratón, atletismo, bala disco, básquet, natación y tenis de mesa. Después, dejé todo por la edad y quedé solo en tenis de mesa, que ahora es mi máxima pasión”, repasa Marta. Y los éxitos no tardaron en llegar.

La ramense se metió rápidamente entre las mejores de la clase cinco, para atletas en silla de ruedas. De hecho, llegó a asistir a los Juegos Paralímpicos de Barcelona ‘92 y Atlanta ‘96. A esta cita en el CeNARD, Makishi llegó en el puesto 22 del ranking y, pese a que se mostró contenta por obtener el segundo puesto en su categoría, se lamentó por no hacerse con el oro, una presea que anhela obtener: “Siempre llego a la de plata. Fui a los Parapanamericanos en Guadalajara, México, y también salí segunda. Me gustaría ganar una medalla de oro y ya jubilarme, porque hace años que estoy jugando”.
Hasta que dé el cuerpoMarta no tuvo la oportunidad de descubrir los deportes adaptados cuando era joven, por eso quiere aprovechar al máximo sus condiciones. Con 68 años, todavía sueña con la presea dorada y promete jugar “Hasta donde me dé el cuerpo. Ojalá Dios me dé toda la salud posible para seguir participando”.
Asimismo, la tenismesista, que llegó a estar octava en el ranking mundial y que conoció muchos países gracias al deporte, recuerda que comenzó a entrenarse “de grande, porque no sabía de los deportes para discapacitados”. En ese sentido, destaca las posibilidades que tienen hoy en días los chicos. “Para ellos es muy importante. Nosotros no teníamos eso, y verlos jugar me emociona.

Es hermoso ver cómo lo disfrutan los chiquitos”, se emociona la representante del Centro de Discapacitados de La Matanza.Cuando existe amor por el deporte y ganas de trascender, no hay edad ni discapacidad que impida llegar a triunfar. Allí esta Marta para confirmarlo. Y para mostrarse como un ejemplo a seguir.

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